El portal de Belén: la sala de parto más famosa

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PARIR Y NACER EN EL PORTAL DE BELÉN

En Nochebuena la tradición cristiana celebra un acontecimiento que ha marcado la historia occidental de los últimos 2 milenios: el nacimiento de Jesús. Cada año, se revive la Navidad con sus símbolos y representaciones, a través de la cultura belenista, que es la recreación de la escena del nacimiento de Jesús, desde la más básica – el Nacimiento o el Misterio: La Virgen, José, el Niño, la mula y el buey- enriqueciéndose poco a poco con pastores, Reyes Magos, ríos, animales…hasta las más elaboradas, con castillos romanos, panaderías, artesanos varios, como simulaciones completas del momento histórico y social.

El arte y la tradición han ido configurando y consolidando una iconografía que aunque no toda está reflejada en los pasajes bíblicos, ya forma parte del imaginario colectivo cuando hablamos del Nacimiento.

Y como elemento principal, la cueva de Belén, el recién nacido y sus padres.

Esta cueva es la sala de parto más famosa, recordada y perpetuada de la Historia.

Proponemos un análisis informal de la escena del parto de María y del Nacimiento de Jesús, basándonos en su tradición y representaciones a lo largo de los últimos 20 siglos en el arte cristiano.

Porque el portal de Belén es básicamente eso: el escenario, el entorno en que tiene lugar un nacimiento.

Los textos de Lucas no hablan de un portal, ni de una cueva, (1), ni de mula ni de buey, pero la tradición ha imaginado que, al nombrar la palabra “pesebre”, que era el lugar donde comían los animales, sería una cuadra, y como en los alrededores de Belén hay cuevas y se utilizaban para guardar los animales, se ha asimilado la cueva con mula y buey incluido.

No nos importa la veracidad de los elementos añadidos ni sus razones, sino lo que ellos transmiten y nos han llegado hasta hoy en día.

El parto tuvo lugar de noche, como casi todos los partos espontáneos, y cuando María debía estar casi en el expulsivo, buscaron un lugar protegido, seguro y en intimidad: la cueva.

Estas son, sin duda, las dos características más importantes que una sala de parto debe proporcionar: Seguridad e Intimidad.

Pero la cueva proporcionaba más cosas: un resguardo del frío de la noche o de la madrugada. Porque el parto precisa de una temperatura elevada, los partos huyen del frío, que contrae, y buscan el calor, que dilata y abre. Precisamente este es el papel tradicional de la mula y el buey: dar calor con su presencia, y paliar el relente de la noche con su aliento, a la vez que refuerzan la naturaleza mamífera de la madre de parto.

María no se siente incómoda entre animales. Entendemos que el portal no estaría muy limpio y aséptico. No: era un lugar de animales, pero es cierto que la convivencia con animales domésticos ha sido habitual en el campo hasta hace muy pocos años. Es decir, los anticuerpos de María estaban bien preparados para convivir y sobrevivir en ambientes campestres y con animales.

O dicho de otro modo: para parir no se necesita un entorno aséptico y quirúrgico, porque venimos de miles de años de perfeccionamiento del proceso de supervivencia de la especie humana, donde la gran mayoría de los partos se producían en ambientes domiciliarios.

De hecho, la evidencia científica lleva mucho tiempo diciendo que el decremento de muertes perinatales en países desarrollados no tiene tanto que ver con haber desplazado el parto a los hospitales, sino con haber sido capaces de detectar los embarazos de riesgo, a través de los cuidados prenatales, lo que nos permite, como sociedad, poner los recursos médico necesarios para cuidar y ayudar en los partos de riesgo.

Volviendo a la escena del belén, la noche implica penumbra, luz tenue, oscuridad, que son características que también se precisan en la mayoría de los partos normales. Por ello, sabiamente, casi siempre ocurren de madrugada. Nuestras salas de parto no necesitan un foco quirúrgico sobre la madre que está sobre la cama. De hecho, puede ser contraproducente. Es importante contar con la posibilidad de la luz de trabajo para el profesional, pero no como elemento dominante de la escena, ni para usarlo en todos los partos.

La cueva como rincón. Pocas pinturas (o ninguna) reflejan el momento del parto, es decir, antes del nacimiento. No tenemos, pues, un imaginario de la postura o posturas de María en el expulsivo, pero la propia cueva induce a pensar en poco espacio, en pequeño, y no es difícil imaginarnos a María en cuclillas, agachada, con la espalda contra la pared, buscando la protección del fondo de la cueva. Como tantas mujeres que tienen libertad de movimiento en sus partos, y buscan un rincón, un hueco, para agacharse y parir.

Lo que resulta bastante inverosímil es imaginarnos a la Virgen tumbada boca arriba, pariendo como nos enseñan en las películas o en la televisión. Porque es la segunda postura más antinatural para dar a luz; la primera es haciendo el pino.

Otro ingrediente que nos encanta de la escena del Belén, es la conexión con el exterior, con la naturaleza, que hay siempre desde el portal. No es un lugar cerrado, sin ventanas. Es un espacio que participa de lo que pasa fuera, desde el que se sabe que la noche continúa, se ven las estrellas y se escucha el ruido del agua del río que todo belén que se precie, incorpora.

Las salas de parto deben cumplir siempre con este elemento de conexión con el exterior. Hemos de sacarlas de los sótanos, de los bloques quirúrgicos, hemos de buscar y abrir ventanas, para que la mujer tenga esa conexión con la naturaleza que la recuerda lo poderosa que es, y lo bien que va todo.

 

El portal siempre se representa con elementos naturales, de madera, piedra, roca, musgo… materiales sostenibles y de bajo mantenimiento, en torno a los que se construye el portal, la cueva, como espacio natural protoiniciador del diseño biofílico, que integra elementos naturales en nuestros entornos, proporcionándonos bienestar al conectarnos con nuestra naturaleza.

 

 

La estrella que guía a los Reyes Magos es la que va mostrándoles el camino hacia su destino, va indicando cómo y por donde llegar, en un ejercicio de perfecta señalética desde Persia hasta Belén. Sin la estrella, los sabios no sólo no habrían iniciado el camino, sino que se habrían perdido y probablemente habrían desistido de intentar llevar sus regalos al Mesías, y nosotros nos habríamos perdido la bonita tradición de la noche de Reyes. Sí, es importante que la llegada a la zona de partos sea intuitiva y fácil, a través de diseño y del wyfinding. Aun más cuando las usuarias hablan otro idioma, o se encuentran desorientadas debido a su estado.

La escena costumbrista del belén es una recreación sensorial completa que  enriquece el escenario y lo llena de detalles: la vista del exterior en penumbra, el ruido de la noche o del canto suave de los ángeles, de los insectos o las aves, el olor a animal, el tacto de la paja del pesebre y de la lana de las ovejas, el gusto de las viandas –queso, miel, turrón- que traerían los pastores, y que a buen seguro María agradeció y comió para recuperarse del parto, pues seguro que Jesús empezó mamando estupendamente sin necesidad de biberones como ayudita.

La escena del belén nos recuerda que un parto y nacimiento perfectos necesitan un entorno seguro, que proteja y genere intimidad.

Y así seguimos reproduciéndolo año tras año, por estas fechas, en nuestros salones y escaparates. Y también es inspiración cuando desde Parra-Müller diseñamos las áreas obstétricas de los hospitales.

 

Parra-Müller os desea Feliz Navidad

 

(1) Lucas 2

Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.