¿Cómo hemos llegado a la situación en la que una mujer se tenga que subir a un potro obstétrico, poner sus piernas en unos estribos y dejarse inmovilizar, incluso con cintas fijando sus tobillos y muslos, en la postura más incómoda y menos favorable para parir?
Muchas veces me hago esa pregunta. Aunque más importante me parece la respuesta a la siguiente cuestión: ¿Cómo le ayudamos a bajar ahora de ese potro para volver a la normalidad?
En este momento la bañera de dilatación y parto puede ser una gran respuesta al dilema del potro obstétrico actual, y una solución para erradicar prácticas viciosas que se han ido instalando en los paritorios. Aunque, claro está, no hace falta una bañera para parir. Recordamos que para parir solo hace falta dos cosas: una madre y un bebé. (Y, por supuesto, un profesional sanitario que acompaña el proceso para poder intervenir si hiciera falta.)
Hemos comprobado que es más fácil ofrecer la bañera como “nuevo opción material” que simplemente decir “dejen que la mujer baje del potro para parir”, sin ofrecer ninguna alternativa en forma de “objeto que se puede adquirir.” Ahora, resulta que el “tradicional” potro obstétrico y una bañera de dilatación y parto son dos elementos totalmente opuestos. Y una vez que la bañera está suministrada e instalada, uno se da cuenta de nuevo de los grandes beneficios que ofrece:
La bañera envuelve a la mujer, ofrece un espacio íntimo y protegido. La altura del vaso interior de una buena bañera obstétrica es de unos 60cm, para una profundidad de agua de unos 50-55cm, para prevenir que la mujer coja frío- es esencial que esté realmente sumergida en el agua hasta por encima de la altura del pecho.
La bañera ofrece además una gran sensación de protección. No solo el vaso de la bañera, sino también el agua actúa como filtro protector contra intervenciones obstétricas rutinarias e innecesarias, a menudo perjudiciales.
El agua caliente, con su efecto de analgésico y sedante natural, ayuda a la relajación de la mujer, y esto, a su vez mejora la dilatación.
La bañera apoya el concepto del “parto en movimiento”, porque es así como mejor se desarrolla el proceso. La mujer es libre de encontrar “su” postura en cada momento, la que le más alivio le proporciona, a la vez que se coordina con los movimientos del bebé que necesita rotar y moverse para salir.
La experiencia de la bañera empodera hasta la mujer más tímida, inhibida y miedosa.
Partiendo de la misma situación del comienzo de parto espontáneo y con dinámica regular, el uso de la bañera induce a un parto de baja intervención, mientras el potro, induce a un parto mucho más intervenido y medicalizado. En el potro la mujer inmóvil se convierte a menudo en un simple “campo de trabajo”, con el peligro que ella llega a desentenderse de su propio parto, su cuerpo, lo cual lleva a aún más intervenciones.
La bañera obstétrica no solo apoya la autonomía de la mujer en un parto activo, sino sirve además para muchas otras cosas: partos que están “fuera de ritmo” se equilibran, partos lentos se pueden acelerar, mujeres que supuestamente están perdiendo el control sobre su parto se vuelven a centrar. El agua calma y ayuda a la mujer a aislarse, para así dejar actuar las hormonas naturales que regulan el proceso fisiológico del parto.
Estudios han comprobado que el uso de la bañera reduce la duración de la fase de dilatación, ayuda a bajar de manera significativa la necesidad de alivio farmacológico del dolor, ofrece una mayor relajación- además instantánea- y una experiencia de parto “más intensa” (ver los estudios de Thöni A.).
En una revisión de estudios se comprobó también que los 5 grandes argumentos en contra del uso de la bañera obstétrica – aspiración de agua por el bebé, infección neonatal o materna, problemas de regulación de temperatura neonatal o materna, formación en el manejo del parto en el agua y procedimientos en caso de colapso materno- no vienen respaldado por la evidencia científica, y en el caso de los 2 últimos puntos la solución está en elaborar los protocolos correspondientes y actualizar las recomendaciones.
Bibliografía:
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K. Young, S. Kruske. How valid are the common concerns raised against water birth? A focused review of the literature. Women and Birth 26 (2013) 105–109.
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Thöni A. Gebären im Wasser: Erfahrung nach 1925 Wassergeburten. Retrospektiv – deskriptive Vergleichsanalyse zwischen Wassergeburten und traditionellen Geburts-modalitäten. / Experiencia tras 1925 partos en el agua. Un análisis descriptivo entre el parto acuático y el otros tipos de parto „tradicionales“. Maternidad del Hospital conmarcal de Sterzing, Südtirol- Italia. (Partos contabilizados durante 1997- 2006)
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Thöni A, Zech N, Moroder L, Ploner F. Review of 1600 water births. Does water birth increase the risk of neonatal infection? Journal of Maternal-Fetal and Neonatal Medicine 2005;17(5):357–61.
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Water Birth: Experience at a University Clinic and a District Hospital in Austria. H. Schröcksnadel, Gynäkol Geburtshilfliche Rundschau 2003; 43; 7-11