Ponte en su lugar

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Para saber cómo se siente una mujer en una sala de parto, siempre conviene ponerse en su lugar. Literal.
Es el ejercicio que hacemos cada vez que entramos en un paritorio, especialmente en las salas “tradicionales” donde la mujer suele tener adjudicado “su sitio” dentro de la sala: ¿Qué es lo que ve la mujer una vez que está subida al potro, a la mesa de parto, a la cama? ¿Qué es lo que tiene justo enfrente, y qué es lo que ve cuando gira la cabeza? ¿Llega a poder mirar por la ventana? ¿Hasta dónde llega su campo visual y hasta qué punto es capaz de controlar ese?

¿Tal vez alguien me puede observar desde fuera mientras estoy aquí, desnuda y con las piernas abiertas?

Y nos imaginamos como sería esa experiencia, durante un largo rato, incluso varias horas. Con un reloj en la pared enfrente, con el mueble delante lleno de cajas de rasuradoras, jeringuillas, etc. Con la puerta que se abre cada dos por tres de par en par…o ni siquiera cierra… o incluso en una habitación de paso, donde entran, salen y, peor aún, cruzan personas desde diferentes puntos.

Y después están las otras salas de parto, donde entras y enseguida te sientes a gusto, un espacio agradable, donde te puedes imaginar estar desnudo y a la vez sentirte protegida, donde desde la puerta no te puede ver nadie… salas que cuidan todo lo que puede ver y mirar la mujer. Donde te sientes más segura.

Todas las fotos fueron tomadas por Arquitectura de Maternidades.